Después de seis años nunca pensé que volvería a Wolverhampton, la ciudad donde crecí y donde tengo los mejores recuerdos de mi infancia. Cuando tenía ocho años a mi padre lo destinaron a California del sur ,por asuntos de trabajo y este verano volveríamos a Inglaterra para visitar a unos amigos. El señor y la señora Payne eran amigos de mis padres desde jovencitos y no se habían visto desde nuestra mudanza así que aprovechamos estas vacaciones para volver.
Yo no los recuerdo con mucha claridad, pero sí a su hijo. Liam y yo eramos inseparables, pasabamos todas las tardes juntos. Fue muy duro para mi separarme de él, era mi mejor amigo pero claro, eso fue hace ya mucho tiempo. Tal vez ni se acuerde de mi.
El taxi nos dejó justo enfrente de la gigantesca mansión de los Payne, yo giré mi cuerpo hacia la casa que quedaba enfrente, era nuestra casa, donde me crié. Mi madre interrumpió mis añoranzas agarrándome del brazo. Mi padre tocó con nerviosismo la gran puerta blanca que se encontraba frente a nosotros, se escucharon pasos y yo podía notar la tensión del ambiente. Mis padres llevaban esperando este momento mucho tiempo y estaban súper ilusionados.
La puerta se abrió acompañada del chirrido de las visagras y un señor de avanzada edad, unos cuarenta y largos se encontraba al otro lado. Su expresión cambió por completo al percatarse de nuestra presencia, ellos no nos esperaban hasta mañana pero mis padres adelantaron el vuelo para darles una sorpresa.
Después de muchos besos, abrazos y lágrimas de emoción los dueños de la casa se percataron de mi presencia.
Karen: Aitana cariño, ¡qué grande estás! - dijo emocionada mientras me abrazaba con bastante fuerza.
Geoff: ¡Vaya! Estás hecha toda una mujer, la última vez que te vi me llegabas por aquí - puso su mano un poco más arriba de su cadera.
Papá: Por cierto, ¿dónde está Liam? Tiene que estar hecho un campeón.
Karen: Está arriba en su cuarto, ¡Liam! - gritó para que el chico le escuchara.
Mamá: ¿No estás nerviosa? - me preguntó mi madre en un tono bajo casi como un susurro.
Aitana: No mamá - mentí.
Se escucharon unos pasos provenientes de las escaleras que quedaban a mi espalda.
Geoff: ¡Hijo! Saluda a los Rodríguez, han venido un día antes para darnos una sorpresa - me giré lentamente mientras mi respiración se agitaba por momentos. Era él, había cambiado mucho pero sus rasgos eran iguales. Seguía teniendo el mismo corte de pelo incluso, aunque su cuerpo estaba completamente cambiado, ahora estaba mucho más fuerte y alto, aunque siempre fue más alto que yo debido a que me lleva tres años.
Liam: Hola, ¿qué tal? - dijo tendiéndole la mano a mi padre y saludando a mi madre.
Papá: ¡Pero mira a quién tenemos aquí!
Mamá: ¡Cómo has crecido!
Karen: Mira Liam, ¿te acuerdas de Aitana? - mis ojos se abrieron como platos y mi corazón se aceleró exageradamente.
Liam: Oh si, claro - dijo poniéndose la mano en el cuello. Estaba nervioso, cuando era pequeño hacía el mismo gesto.
Geoff: Bueno, nosotros vamos a llevar a los Rodríguez a su habitación, lleva a Aitana a la suya Liam.
Liam: Vale papá. Ven - dijo tendiéndome la mano. Yo lo miré sorprendida y le tendí la mía.
Subimos hasta la planta de arriba y recorrimos un pasillo que parecía que no se iba a acabar y que claramente, yo ya conocía y recordaba con bastante claridad. Finalmente llegamos a una puerta blanca, lo miré sorprendida.
Aitana: No me digas que es..
Liam: Sabía que te acordarías - abrió la puerta y me hizo un gesto para que pasara. Ingresé en la habitación, todo estaba tal y como yo lo recordaba. Era la sala de juegos, donde Liam y yo pasábamos horas y horas sin cansarnos.
Aitana: Wow ... - fue lo máximo que pude decir mientras miraba los muebles y los juguetes que solíamos usar.
Liam: Toma - me dio una caja.
Aitana: ¿Qué es?
Liam: Ábrela - susurró.
Y así hice, abrí la caja y no pude evitar que una lágrima rodara por mi mejilla.
Aitana: ¿Lo hiciste? - dije levantando la mirada de la caja.
Liam: Claro, te lo prometí. Ahí están todas las cartas que te escribí y que me dijiste que te entregara cuando nos volviésemos a ver, hay 70, tu número de la suerte.
Aitana: -una risa se escapó de mis labios- Así es.
Liam: Me sonrió, añoraba esa sonrisa aunque la última vez que la vi tenía aparatos - ¿vamos? - me señaló la puerta y me llevó a mi habitación.
Aitana: Vaya.. ¡pedazo cama! - y sin pensarlo me tiré sobre ella dejándome caer de espaldas.
Liam: Jajaja, me alegro que te guste - el castaño repitió mi movimiento y se situó a mi lado.
Aitana: Oye Liam... - dije con timidez.
Liam: ¿Si? - giró su cabeza hacia mi dirección.
Aitana: ¿Puedo ir a tu habitación? - por su cara supe que no esperaba mi respuesta.
Liam: ¡Claro! , vamos es la que está justo enfrente.
NARRA LIAM
Me sorprendió que quisiera ver mi habitación, pero me alegró bastante. No podía estar más feliz, habían pasado seis años y ahora estaba aquí, sujetando mi mano. Podía notar el tacto suave de su piel que ahora era morena, cuando eramos pequeños era mucho más pálida, no es muy común ponerse moreno en Wolverhampton, que nada tiene que ver con el tiempo de California.
Le abrí la puerta de mi habitación y entró con una sonrisa de oreja a oreja.
Aitana: No ha cambiado mucho.
Liam: No, los muebles son los mismos.
Aitana: Lo sé - caminó hasta la puerta de cristal - ¿puedo?
Liam: Claro. - ella me sonrió y salió al balcón.
Aitana: La he echado tanto de menos - dijo apoyándose en la barandilla y señalando su antigua casa, la cual queda justo enfrente de la mía.
Liam: Y yo a ti ... - ella se giró, podía notar emoción en sus ojos y una sonrisa se dibujó en sus labios.
Aitana: Yo estaba convencida de que no te acordarías de mi.
Liam ¿En serio? , yo pensé lo mismo de ti - ambos reímos.
Y así transcurrió la tarde, estuvimos recordando viejos tiempos y por último nos pusimos a leer las cartas que le había hecho.
Aitana: Esa última fue muy graciosa - dijo sin parar de reir.
Liam: En ese momento no me hizo ninguna gracia pero ahora que lo pienso, sí la tiene.
Aitana: Ahora leeré... ¡esta! - dijo cogiendo una carta que me resultaba bastante familiar.
Liam: ¡No! - se la quité de la mano - esta no..
Aitana: ¿Por qué?
Liam: Es que... no quiero que la leas - me llevé la mano al cuello nervioso.
Aitana: Venga ya Liam, ¿qué es lo que pone? - dijo mientras intentaba quitarme la carta de la mano. Yo estiré mi mano hacia arriba, sabía que ella no la podría alcanzar.- ¡Oye! eso no vale.
Liam: ¡Cógela si puedes! - se veía bastante graciosa dando saltitos para coger la carta.
Aitana: Me rindo - se tumbó en la cama.
Liam: Chica lista - dije guardando la carta en uno de mis cajones, obviamente la cambiaría de sitio.
NARRA AITANA
Los días junto a Liam se me hacían cortos, no nos separábamos nunca excepto los Martes ya que tenía que ir a casa de sus abuelos. Así que aquí estoy, un Martes por la tarde encerrada sin nada que hacer. Mis padres tampoco están se fueron de cena romántica y los Payne salieron con Liam así que sólo quedo yo.
Estuve haciendo zapping durante un rato hasta que me cansé y seguí leyendo las cartas de Liam. Había sido un detalle precioso, el más bonito que me han hecho nunca... Fue ahí cuando me acordé de la carta que Liam me había prohibido leer.
"Tengo que encontrar esa carta" - pensé
Hice memoria, conocía algunos lugares "secretos" en los que Liam guardaba sus cosas para que "nadie" las encontrara. ¿Habrá cambiado de "escondites"? Lo voy a averiguar.
El primero que recuerdo es el falso fondo de su armario. Fui hacia su cuarto y levanté la tabla que escondía dicho falso fondo, había ropa, zapatos, dinero pero ni rastro de la carta.
El segundo que se me ocurrió fue en "la caja prohibida" , es una caja que tiene desde pequeño en la que guardaba cosas que no podían ver los demás, excepto yo, claro. Fui a la sala de los juguetes donde se encontraba la caja, la abrí y nada, vacía.
Mi paciencia se iba agotando y yo no sabía en que otro lugar buscar, hasta que recordé el tercer escondite. Fui corriendo de nuevo a su habitación y busqué el cuadro de Toy Story, ¡ahi esta! Con cuidado lo levanté y lo descolgué... ¡SIIIIIII! ¡Ahí estaba!
Justo iba a abrirlo cuando hizo aparición mi conciencia, ¿qué hago? , la leo... no la leo... No quiero que se enfade, pero necesito saber qué es eso tan importante que no me quiere contar.
Al final, no la leí. Si, lo sé, media hora buscando la dichosa carta para nada.
Cuando Liam llegó nos pusimos a ver una peli en su cuarto, concretamente Toy Story 1, ¿casualidad? No lo creo.
Liam: ¿Cuántas veces habremos visto esta película juntos?
Aitana: Mínimo quinientas - ambos reímos. - Nos encantaba.
Liam: ¿Encantaba? Yo la sigo adorando, es más, mi cuadro de Toy Story que me regalaron por mi cumpleaños tus padres sigue colgado en mi pared - giró su cabeza hacia el cuadro- Oye... ¿no está un poco torcido? - OH DIOS MIERDA.
Aitana: ¿Tu crees? Yo lo veo recto. - intenté que mi voz sonara relajada, obviamente, no me salió muy bien.
Liam: ¿Te pasa algo? - mi cuerpo se tensó.
Aitana: A mi no, ¿por qué lo preguntas?
Liam: Porque desde que nombre el cuadro tú... - se hizo el silencio - ¡TÚ! ¡Rebuscaste en mi escondite! - me señaló.
Aitana: ¿Qué? ¡NO! , ¿qué escondite? - ¿Por qué se me da tan mal mentir?
Liam: Sabes perfectamente de qué escondite te hablo.
Aitana: ¡Vale sí! Pero no la leí, LO JURO. - dije levantando la palma de mi mano.
Liam: ¡Eres una cotilla! - agaché la cabeza -¿debería creerte?
Aitana: Deberías.
Liam: - se produjo un silencio. Entonces se levantó de la cama, rodó el cuadro y cogió la carta - No me mentiste, sigue cerrada.
Aitana: Te lo dije - puse cara de ofendida.
Liam: ¿Aún quieres leerla?
Aitana: ¿Lo dices en serio? , ¿no te importa?
Liam: Claro que me importa, yo no quiero que lo hagas pero si tanta curiosidad te da, toma - me puso la carta en la mano- Puedes leerla. - y con esto caminó hacia la puerta.
Aitana: ¿A dónde vas?
Liam: A darme una ducha.
Y ahí me quedé yo, en la cama sentada como una estúpida. ¿Y ahora? Otra vez mi estúpida e inoportuna conciencia hizo aparición. Si no la leo, probablemente no me entere nunca de lo que esconde la carta. Pero si la leo, Liam podría molestarse y él mismo me dijo que no quería que lo hiciese.
Me puse a dar vueltas por la habitación como siempre hago cuando estoy nerviosa o inquieta. Mi cabeza iba a mil por hora y sin apartar la vista de la carta me paré y suspiré.
En ese momento siento unas manos húmedas apoyarse en mis caderas y un aliento en mi cuello, haciendome estremecer y provocándome varios escalofríos.
Liam: ¿La leiste?
Aitana: N... no.- apenas podía articular una palabra, tenerlo tan cerca y a mi espalda me ponía nerviosa.
Liam: ¿Y no lo vas a hacer? - dijo en un susurro.
Aitana: No lo sé, dime tú- me giré con agilidad encontrándomelo a escasos centímetros de mi, con la toalla envuelta en la cintura y el torso descubierto y mojado. Podía notar su aliento chocar contra el mío y sus ojos clavados en mi rostro - ¿La leo? - dije susurrando tal y como él lo había hecho antes.
Liam: - llevo sus dos manos a mi cara - Sí.
Aitana: - sujeté la carta, me lo pensé detenidamente y la rompí - No me hace falta leerla.- los ojos del chico se abrieron como platos y luego una expresión de desconcierto se formó en su cara.
Liam: ¿No querías saber lo que dice?
Aitana: Prefiero que me lo digas tú.
Liam: ¿Yo? ...
Aitana: Tú - me acerqué aún más si eso era posible y apoyé las manos en su torso desnudo. Noté como su respiración se agitaba y se hacía más fuerte chocando contra mi rostro.
Liam: En la carta ponía... que te amo. - Mi corazón dio un giro, me atrevería a decir que me dio un mini infarto. Y sin pensarlo dos veces, lo besé.
Me dejé llevar por sus labios, por su cuerpo y cuando me quise dar cuenta, estábamos en su cama él encima mía. El beso había dejado de ser inocente, ahora nuestros labios se movían con rapidez y deseo. Separó sus labios de los míos para abalanzarse contra mi cuello dejando besos húmedos y algún que otro mordisco sobre mi piel haciéndome gemir, sus manos bajaron hasta mis caderas apretando nuestros cuerpos con fuerza. Sus manos levantaron poco a poco mi camiseta, yo impaciente la agarré y me la quité con agilidad mientras sus ojos se posaban en mi sujetador.
Aitana: Quítamelo.
Liam: ¿Estás segura?
Aitana: Sí.
Y así fue mi primera vez, una noche que nunca olvidaré junto con las otras muchas que pasé a su lado. Otro de los muchos recuerdos que guardar en nuestra caja...
Ese mismo verano, el señor Payne le ofreció a papá un trabajo de mucha responsabilidad en su empresa, oferta que papá aceptó sin pensarlo. Volvimos a vivir en nuestra antigua casa, la que nunca debimos dejar. Al fin y al cabo Wolverhampton, siempre fue nuestro hogar.
¿Lo mejor que he hecho en mi vida? Romper esa carta.
PD: Aitana.